La pastora Beira Leguías creció en Calle 13 Colón y luego vivió en Calle 7, entre Amador Guerrero y Bolívar. Sabe lo que es vivir entre necesidades, pero considera que lo más preocupante es la falta de atención de los padres con sus hijos.
A la edad de 15 años comenzó su infierno.
En su caso, el detonante fue la falta de comunicación en el hogar. La decepcionó mucho las escenas de violencia que observó entre sus padres. Nunca le hicieron caso ni cuando niña y menos en plena adolescencia.
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A los 17 años de edad, recuerda que empezó a recorrer "el mundo bajo".
Fueron senderos de mucho dolor. "Hice cosas que muchas personas concientemente no quisieran experimentar, pero nunca faltan las influencias que te llevan a ese destino", recuerda.
El abandono de la familia y su rechazo, al no poder controlarla, la llevaron a vivir en las calles y ser drogadicta. Empezó a fumar "piedra" y consumió cocaína.
Fue tanto el desenfreno que llegó a prostituirse para poder obtener drogas. Recuerda que se rodeó de amistades, de las cuales sintió la necesidades de hacer actos ilícitos para poder estar al nivel de ellos. También dice que "la curiosidad" fue otra mala consejera.
Leguías estuvo en varios internados paras abandonar esa mala vida que llevaba, pero no pudo. "Me estaba matando, pero estaba bloqueada. No me daba la gana. Dios me sacude varias veces, hasta que llegué a pensar. Si la droga no viene a mi, yo por qué tengo que ir donde ella. Si la droga me quita personalidad para qué la voy a seguir usando", acotó.
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Llegó el momento en que compró 200 "piedras" para quitarse la vida. Cuando esto sucede, ahora recuerda que Dios ya le estaba hablando, pero requería que ella pusiera de su parte. "Ayúdame que no puedo", exclamó. Entendió que ella vale, que es importante y que era hora de levantarse.
Con entusiasmo y un brillo en sus ojos reconoce que "Dios le dio su herencia, pero no supo administrarla".
Beira se considera una hija pródiga y regresó a la casa del Padre. Hoy sirve a la Comunidad Cristiana Eben Ezer y el Ministerio "Dios es fiel", en Río Gatún de Colón, donde atiende un comedor para 60 niños.
Es precisamente a estos pequeños a quienes motiva a participar del programa "Uniendo Fuerzas Contra la Delincuencia" de la Policía Nacional, que le ofrece oportunidades a todos los menores de edad, mismas que ella no tuvo en su momento.
'Les hablan al oído, pero los podemos rescatar'
Fortaleza. El subcomisionado Félix Alvarado manifestó que mediante el programa "Uniendo Fuerza Contra la Delincuencia" pretende alcanzar a la mayor cantidad de jóvenes, pues se sabe que hay sectores bastante conflictivos y las calles son más violentas.
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"Necesitamos que nuestra juventud sea mejor orientada al cambio, no nos dejemos quitar de las manos a esa niñez de aquellos grupos que le hablan al oído, pero con la ayuda de Dios y la voluntad propia, se puede rescatar a estos niños", sostuvo.
También manifestó que esto se logra con acciones preventivas de la Policía Nacional.
Actualmente el programa beneficia a 483 niños. Y van de la mano con el apoyo de los gobiernos locales y líderes comunitarios.
"Tuve pérdidas, muchas pérdidas. Perdí hasta mi identidad. Perdí a mis dos hijos. Le daba dolor ver a su mamá en ese estado. Se apartaron de mi por un tiempo, pero no me dio la gana de perder a mi familia. Me dije yo voy a levantarme y volver a la casa de mi Padre. Mientras hay vida, quiero decirle a todos, que hay esperanza. Cuando te digan a ti que tú no puedes, que tú no sirves, que no vales, que no lo vas a lograr,allá arriba hay alguien que te mira con ojos de amor", sostuvo la entrevistada.
Leguías agradeció el apoyo de Pedro Fruto, pues le dio palabras de esperanzas.
En Alto de Los Lagos, en Colón, decenas de niños y jóvenes reciben mucha motivación personal, deportiva y acompañamiento espiritual.
El programa atiende nueve comunidades. No obstante, la Policía Nacional quiere cubrir 12 más antes de fin de año.